La timidez es un estado de las personas que las neutraliza a la hora de relacionarse con los demás. Ésta tiene como fundamento la inseguridad, la baja autoestima, la vergüenza o el miedo, dicho de otra manera es falta de confianza y por eso es una de las causas que limita a los individuos en el normal desenvolvimiento ante la sociedad.
Como todo en la vida la timidez tiene dos caras: una que es la que nos aleja de las demás personas y nos sumerge en el mundo del “pobrecito yo”… o aquella que sabiéndola aprovechar permite que algunas personas logren más de lo que muchos han podido, ya que la timidez les permite dedicar mucho más tiempo para estudiar, crear, innovar o en ocasiones hasta para inventar.
La timidez no es algo malo, no para nada, en ocasiones las personas aprovechan esta condición para analizar muy bien las cosas, para ver lo que otros no han visto, para analizar el terreno que van a pisar, porque algunos pueden ser más lanzados y toman decisiones a priori (a la carrera) y no le dedican el tiempo necesario a examinar las situaciones a las que se enfrentan, casos en los cuales pueden cometer graves errores o no.
Algunas personas en su infancia son alegres, osadas, extrovertidas, pero en determinado momento su vida les da un giro de 180° y la timidez se adueña de su existencia; muchos no entienden que pasó con este alegre ser, que de un momento a otro cambió su actitud por una más retraída y solitaria. Pues pueden ser muchos factores los que hayan influido en la alteración de su proceder y sólo por mencionar algunos podemos tener en cuenta que en determinado momento o situación pudo ser víctima de la burla de sus amigos, o pudo haber recibido muchos insultos, a lo mejor fue golpeado o amedrentado por alguien y con base a estos puntos, dicha persona convierte su timidez en un instrumento de conservación.
Ahora, existe otra forma de manifestar la timidez y es aquella que sale a flote cuando vemos o estamos cerca de alguien que nos agrada, que nos gusta y entonces preferimos no expresar nuestros sentimientos, nos paralizamos y no damos a conocer lo que sentimos.
Una de las mejores fórmulas para contrarrestar la timidez es hablar de ella y ojalá con alguien que sea de confianza, ya sea con tus padres, un buen amigo, un psicólogo o alguien que usted considere con la suficiente capacidad, madurez y disposición de ayudarte a enfrentarla.
Otra forma es, estar más cerca de aquella persona que presenta esta actitud, porque entre más confianza gane, podrá actuar de una manera más tranquila ante cualquier situación y si quieres ayudarle a entender que ser tímido no es un pecado, ni mucho menos una enfermedad, ábrete con esa persona y cuéntale alguna situación en la que tú también sentiste timidez y cómo lograste vencerla, así comprenderá que todos en mayor o menor grado somos tímidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario